domingo, 14 de mayo de 2017

Dasein.





dasein*


Al final caemos en cuenta que vamos solos con nosotros; y los amores filiales, al prójimo, los espirituales o los carnales –acaso todos unidos, como suena ideal en la orgía que es la mente– son un estado humano por intentar suplir los que nos falta: lo que se ahoga en nuestras soledades desde el nacer hasta el fallecer. Y el dolor, ese dolor que conlleva la soledad, la soledad del náufrago, la del preso en su mazmorra, la del Santo desoído en su presente y apostolizado en su futuro, la del hombre y la mujer comunes de hoy –también los no tan comunes que nos ven desde su altura cual si fuéramos hormigas aplastables o colgables; todo ese dolor, nos hace maníacos de un martirologio acaso ancestral e instituido por la cultura de occidente para hacernos gozar con lo que nos duele.
El martirio posee muchas facetas, las más nos hablan de un futuro alcanzable gracias a ciertos sacrificios, soñando un espacio y un tiempo que nunca llegan. Pero cuando el martirio se retuerce se torna en la isla humana –que todos las somos como sacos andantes con algo de ánima– del modo más agónico e intempestivo, más extrañador de relaciones y enajenante; hasta sentir como nihilus phenomenum la soledad.
Mucha filosofía, mucha poética, mucha emotividad sonora y visual, mucha hipótesis científica o mística –… muchas corrientes– se debaten entre el sentido de la relación y su antonimia. Y ahí han estado, solapados entre tenebrismos barrocos, colapsados bajo romanticismos, escapismos al Oriente, búsquedas interiores, hálitos existenciales, bofetazos dadaístas; hasta el punto de escuchar a Dios inexplicablemente o penetrar en las paradojas que –vuelvo a recordarlo– retóricamente conlleva la no explicación.
Así hay un nexo oculto entre el vivir, el ser en esencia, y lo inexplicable, el reino del misterio. Y aunque no es impenetrable lo que pueda causar ese miedo a la existencia –que día a día nos acerca a la muerte– algunos la celebran, otros la tropologizan, por algún lar la burlan y hay quienes hasta la apologizan con su entropía inherente.
Mas no gusta Cayetano Ferrández del discurso excesivo. Lo asevera, y es como si viviese entre Laconia y una isla ficcional llamada Esceptus. Al parecer descree, como si no se hallara en su "momento". Luego de toda la modernidad, de donde le viene mucho a él, fue agonizando esa vocación por el progreso que instauraba al ser humano dentro de un entramado social. Luego de esa modernidad vino el individuo a ser la cariátide levitante, el sostén de algo que ignora en el día a día de lo pedestre, con sus hilos cada vez más a flor de piel y parte del arte, la que mas me llama, pasó a la resistencia cultural. Pasó a remover otras cuestiones en relación con el poder y el Poder. Y gradualmente ha llegado otro estadío, donde la disensión ya no es por revoluciones si no por pequeñas dosis; pero existe disintiendo de la realidad, más allá de lo estético, hacia el espacio que es el de la vida.
Por eso le discrepo pues es su tiempo. Este es tiempo de mover cosas hasta llevar a su estertor la consabida corriente; que poco a poco se logra horadar una montaña. Y es su época de disensión contra una estética importada en su terreno. Se que a Tano, como a otros que se debaten en su seriedad creativa, le inquieta la cosmetización del campo del arte donde se mueve, le exaspera la suplantación que hacen los mercados del valor cultural y simbólico de una lógica cultural por los paquetes tan bien diseñados desde los cincuenta por el mainstream norteamericano –ese removedor financiero del gran trago del que se quiso exorcizar Foucault. De ese nodo que trasquiló la naturaleza espiritual del arte para descarnarla hasta un valor de cambio es que beben muchas instituciones hoy en día. Y de ellos varios artistas aupados por ser correctamente políticos en sus momentos oportunos.
Y que Tano se salve, porque el arte que le llama es el que le viene de España, antesala depauperada en otros campos respecto a Europa; pero rica en acercamientos a la vida y a la muerte, al cobijamiento y al desamparo humanos.
La iberización de esta zona creó una nueva "tierra santa" que cocinó tanto como carbonizó, ensalzó tanto como incineró al ser cristiano que, aunque incrédulo hoy, habita estos lugares. Y de ahí un Beato de Liébana –a punto medio de la expulsión musulmana, un Espanoletto nacido tras el renacer, un mesurado y moralizante Zurbarán, un humanista como Velázquez –que el hombre fue su centro hasta llegar a la aureola santa. O un ensordecido Francisco que hizo honor a su Luciente apellido y bajó del cielo al infierno para escudriñar también al hombre. Con él andaba la muerte, por ende un tipo de soledad, sin tanto miedo como hoy se le tiene aunque paradójicamente se precie tan poco la vida.
Como con medio cubismo y otro tanto de surrealismo estaba la desvivificación y la revivificación. En el uno porque puso en crisis el estado real de las cosas en el espacio, y la percepción de la vida cambió en el arte. En el otro porque volvió a abrir una puerta entornada –como decía el Marcel del Gran Vidrio– en la oscuridad inquisitorial, que nos recordó ese otro mundo donde habitamos en las máximas soledades: el de los sueños y las pesadillas –y volvemos a Goya.
He querido, acaso no logrado, pesquisar su fotografía[i]. Y más allá de la experiencia técnica, a donde acude mucha crítica que prefiero decantar por su formalismo exacerbado, me intereso por sumergirme en la lugubrez y la soledad que expresan sus ambientes. Tano es un constructor de sets con intereses conceptuales. Aunque los vele mediante una representación bastante minimalista. Celebra ese tenebrismo que hablaba hace siglos de lo incompleto, lo imperfecto del hombre: ser fatuo que en su vanidad ha creído poderlo todo y por eso tanto ha caído. Evoca el eje de la muerte, que es también el eje de la vida, como esa perspectiva que nos anuncia al género humano en tanto un espécimen que en todo lo que hace se acerca al fin y por ese miedo trata de dejar un halo de sí con la creación de algo perdurable.
En esa dirección la obra de Tano resulta escatológica, anuncia lo postrero. Y el ahogo o la amargura se hacen soplos poéticos. Sus sets parecen presuntas capturas de sucesos, performances como mudos que nos remiten al dilema entre Zeus y Prometeo, entre Dios y su hijo, al trauma de Asmodeo o del vástago de Geppetto. Donde yacen siempre la ilusión y por ello la expiación.
Sería una gran punto suspensivo, o un largo etcétera, para ensayar lo que está ensayado por mejores vecinos al proceso de esta cultura del martirologio. Mas sí dejo preciso que Cayetano absorbe de la miel y de la hiel de su cultura –aquí sólo vista una parte de la visual. Y notar que el dilema de lo humano, de su condición malrauxiana, nos hace miembros de un club donde aprendemos el canto del cisne para cualificarnos por flujos y reflujos desde el primer latir hasta la última interrupción de un modo particular –pues todas las culturas acuden a ello– e indicar una extraña belleza existente en el dolor, en el embrujamiento o la hechicería del ambiente humano –y Tano sabe de ambientes en su fotografía[ii]. En la soledad de fondo que te hunde si no puedes con ella o te lleva a levitar si en ella encuentras tu regazo.

Elche–Altea, febrero-marzo de 2005.

frency fernández.
Master en Historia del Arte.
Profesor universitario, crítico
y comisario de artes visuales.


* Principio enarbolado por Heidegger para definir la condición humana en una perspectiva espacio-temporal.
[i] Cayetano también desarrolla una parte de su obra en soporte de vídeo. Mas por la perfectibilidad de esta parte de su producción, muy en deuda con sus logros en el terreno de la fotografía, todavía no me atrevo a penetrarle.
[ii] Entre las conquistas de la fotografía en la resolución de ambientes, a la vez uno de los terrenos más experimentales en el arte contemporáneo, no podemos olvidar una genealogía que parte desde Man Ray –y se nutre en algo de los environments de Allan Kaprow– hasta Cindy Sherman, Barbara Krugger, Robert Mapplethorpe, Yasumasa Morimura, Andrés Serrano y mucho del conceptualismo y del “realismo” fotográficos desde los noventa hasta la actualidad.

"la audiencia" 51x150 cn 2005

"la audiencia" 51x150 cn 2005

"asmodea" 30x200 cn 2005

"asmodea" 30x200 cn 2005

"volaverunt" 28x200 cn. 2005

"volaverunt"   28x200 cn. 2005

"mis pensamientos" 25x150 cn . 2004

"mis pensamientos" 25x150 cn . 2004

"las parcas" 28x170 cn 2004

"las parcas" 28x170 cn 2004

"lagrimas" 30x170 cn 2004

"lagrimas" 30x170 cn  2004

"hilo de Ariadna" 25x170 cn 2004

"hilo de Ariadna" 25x170 cn 2004